Muchos se preguntan hoy día qué dice la Biblia sobre cómo relacionarse con los demás, es que cada vez las relaciones evolucionan con más rapidez.
Es normal que como cristianos tengamos como primera prioridad nuestra relación con Dios.
Queremos tener la mejor relación posible con Él, viviendo en santidad y obediencia a su voluntad.
Sin embargo, es posible que lleguemos a necesitar también fortalecer nuestro enfoque en nuestra relación con otras personas.
Quisiera compartir contigo un pasaje bíblico que nos recuerda este importante punto de la vida cristiana y elaborar algunas reflexiones al respecto.
“Todos deben someterse a las autoridades públicas (…).
(…) al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor.
No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. (…)
El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.
Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos. Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos.
La noche está muy avanzada y ya se acerca el día.
Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz.”
Romanos 13:1, 7-8, 10-12
Como cristianos, Dios espera de nosotros que nos comportemos como es digno del evangelio que hemos recibido y que hagamos todas las cosas como para Dios y no para los hombres.
Por esto diariamente no solo tenemos deberes para con El Señor, sino también para con la sociedad y con nuestros semejantes.
Temas como el respeto a las autoridades, el pagar nuestras deudas y el amar a nuestro prójimo son también deberes cristianos que tenemos para con nuestro Señor y que son igualmente válidos y dignos de ser observados.
Si bien la escritura dice que es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres, en los casos en que ese concepto no riña con nuestra situación es nuestro deber ser humildes y someternos a las autoridades públicas.
Por otro lado, el apóstol Pablo nos insta a despertar del sueño en que estamos. Despertar de la trampa que estamos viviendo y ver la vida con ojos espirituales.
Dejar a un lado todo aquello que nos aparta de Dios y revestirnos para la batalla con la armadura de Dios.
Todos los días vivamos con la conciencia del tiempo en que estamos y es el tiempo de volvernos diariamente a Dios a buscar su favor y su voluntad.
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Bendiciones y un abrazo.
