Poner a Dios en Primer Lugar: Qué es y Cómo Hacerlo

En nuestras vidas, siempre buscamos un enfoque que nos guíe y dé sentido a todo lo que hacemos. En ese sentido, ¿qué podría ser más importante que poner a Dios en primer lugar? Esta es una convicción arraigada en la fe cristiana, donde reconocemos que solo al rendirnos ante la soberanía de Dios y buscar Su voluntad en cada paso que damos, encontramos verdadera paz y plenitud.

La realidad es que poner a Dios en primer lugar no es solo un eslogan vacío o una práctica religiosa superficial. Es un llamado profundo a vivir nuestras vidas en completa dependencia de Aquel que nos creó y nos conoce mejor que nosotros mismos. Al hacerlo, descubrimos que nuestras prioridades cambian, nuestras perspectivas se realinean y nuestras acciones se ven imbuidas de un propósito divino.

En este artículo, nos sumergiremos en el camino hacia una vida centrada en Cristo y exploraremos cómo podemos dar pasos prácticos para poner a Dios en primer lugar en todas las áreas de nuestras vidas. No se trata de una fórmula mágica o una lista de tareas que cumplir, sino de un viaje espiritual que requiere nuestra entrega total y nuestra disposición a seguir la guía del Espíritu Santo.

Acompáñanos mientras desentrañamos los principios bíblicos que sustentan esta búsqueda y examinamos cómo podemos aplicarlos en nuestras vidas cotidianas. Descubrirás que cuando ponemos a Dios en primer lugar, experimentamos una transformación profunda que trasciende cualquier circunstancia o desafío que enfrentemos.


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Qué significa poner a Dios en primer lugar

Poner a Dios en primer lugar significa que le damos la máxima prioridad sobre todo lo demás. Él es lo más importante en nuestras vidas y el centro de todo lo que hacemos y pensamos. Según Mateo 22:37, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”.

Implica reconocer que Dios es el centro y la máxima autoridad en todas las áreas de nuestra existencia. Se trata de una entrega total de nuestro corazón, mente y voluntad a Su dirección y propósito divino.

Al poner a Dios en primer lugar, nos comprometemos a buscar Su voluntad en cada decisión que tomamos. Significa amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, siguiendo el mandamiento más importante que Jesús nos enseñó. Es colocar nuestra confianza en Él y depender de Su guía y provisión en lugar de confiar en nuestras propias fuerzas o en cosas terrenales.

Poner a Dios en primer lugar también implica tener una relación íntima con Él a través de la oración, la lectura de Su Palabra y la comunión con otros creyentes. Es establecer un vínculo vivo y constante con el Creador, reconociendo que solo en Él encontraremos verdadero significado y propósito en la vida.


Reflexión: La clave para poner a Dios en primer lugar

En el amoroso plan de Dios para cada una de nuestras vidas, Él a todos nos da la oportunidad de tener un encuentro personal con Su persona.

Si llegaste a esta entrada, es porque probablemente estás pasando por uno de esos momentos. Permíteme compartir contigo algunas reflexiones acerca de cómo puedes estar más cerca de Dios.

Es bello pensar en que por la gracia de Dios nos fue entregado acceso a la fuerza más poderosa del universo en su estado más puro. Aquella fuerza que mantiene las galaxias unidas, impidiendo que el universo se desgarre.

Aquella de la que poéticamente podríamos decir que los científicos al no poder aún racionalizar decidieron llamar con el enigmático y místico nombre de “materia oscura”.

La fuerza que de la nada puede crear lo que sea, la fuerza que crea vida y la sustenta. La más increíble, sencilla y poderosa de las fuerzas que rigen el universo: el amor.

La naturaleza del caracter de Dios mismo. La expresión de su ser.

Meditemos en las bellas palabras del apóstol pablo en el libro de filipenses:

“Dios es testigo de cuánto los quiero a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús.

Esto es lo que pido en oración: que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio, para que disciernan lo que es mejor, y sean puros e irreprochables para el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Pase lo que pase, compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo.

De este modo, ya sea que vaya a verlos o que, estando ausente, sólo tenga noticias de ustedes, sabré que siguen firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe del evangelio”

Filipenses‬ ‭1:8-11, 27‬‬

El apóstol Juan también dice:

“Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama.

Dios es amor.

El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”

1 Juan 4:16

Cuando consideras la manera de poner a Dios en primer lugar lo primero que necesitas comprender es quien es Dios.

La biblia nos enseña que Dios es amor.

Y que tenemos el privilegio más inmenso de poder amarle y ser amados por Él.

Para empezar a construir lentamente esa relación con Él, necesitamos comprender que Dios nos conoce a la perfección.

Conoce hasta el más insignificante de los detalles de nuestra existencia.

Porque nos ama nos conoce y porque nos conoce nos ama.

El no ama una futura versión nuestra en la que somos perfectos o una versión previa nuestra en la que fuimos mejores. El nos ama ahora, en este momento, de la manera en que somos, de la manera en que estamos.

En palabras de San Agustín o como dice la flor en el libro El Principito: “Dios nos ama a cada uno de nosotros como si solo existiera uno de nosotros.”

Y ese infinito amor personal y ese profundo conocimiento, nos lleva a preguntarnos: ¿lo conozco yo a Él?

Nadie por más que se esfuerce, por sus propios medios, podrá jamás amar a un desconocido.

La realidad es que amamos a alguien cuando lo conocemos y cuando le amamos queremos conocer más y más de esa persona.

Así pues, conocer al señor y amarle son dos procesos intrínsecamente ligados.

Para poner a Dios en primer lugar necesitas conocerle como aquel padre amoroso y bueno que se interesa por ti y día a día te sentirás más amado por Él y le amarás más.

Ese conocimiento de Dios nos llena del Espíritu Santo y redunda en amor y en sabiduría para vivir nuestra vida y tomar cada una de nuestras decisiones discerniendo lo que es mejor en armonía con los principios de la voluntad de Dios.

Esa sabiduría inexplicable, resultado de conocerle, nos llena de respeto y de santo temor por su persona.

Por su dignidad, poder y grandeza; nos ayuda a conducirnos en pureza y rectitud.

Esa sabiduría, esa rectitud y pureza obtenidas mediante la obra del Espíritu Santo nos lleva a dar frutos de justicia.

Pero no de justicia propia, sino más importante, de la justicia imputada de Cristo.

Cuanto debiera interesarnos no ser como la higuera estéril que el señor maldijo por no dar frutos a su tiempo.

Al vivir asidos a la fuerza del señor y al poder del Espíritu Santo, procuraremos santificar nuestra mente y nuestra vida paso a paso de su mano.

Iremos acercándonos cada vez más y más a Él.

Eso nos permitirá tener dominio propio para conducirnos de manera digna del evangelio de Cristo.

Avancemos juntos en la fe, cuidando los unos de los otros como el señor quiere que lo hagamos.

Firmes y unánimes en un mismo propósito.

¡Vivir para su gloria!

Cuando pienses en estar más cerca de Dios, piensa que Él te ama, te conoce y te acepta como eres.

Y que si permaneces cerca de Él día a día, Él te restaurará más a su imagen.


Beneficios de poner a Dios en primer lugar

Cuando ponemos a Dios en primer lugar, experimentamos una profunda conexión espiritual que trasciende cualquier explicación humana. Los beneficios de esta práctica son realmente transformadores y abarcan diferentes aspectos de nuestra vida.

Paz interior

En primer lugar, encontrarás una paz interior que va más allá de las circunstancias externas. Al confiar en Dios y entregarle tus preocupaciones, descubrirás un alivio inmenso y una tranquilidad que sobrepasa todo entendimiento. No importa los desafíos que enfrentes, sabrás que estás sostenido por un amor divino y una guía segura.

Claridad mental y emocional

Además, al poner a Dios en primer lugar, experimentarás una claridad mental y emocional que te permitirá tomar decisiones sabias y saludables. Cuando te alineas con la voluntad de Dios, tus prioridades se vuelven más claras y tus objetivos se enfocan en lo que realmente importa. El ruido y la confusión del mundo pierden su influencia cuando te sumerges en la presencia de Dios.

Recibes consuelo

No podemos olvidar el consuelo que proviene de poner a Dios en primer lugar. En momentos de pérdida, dolor o dificultad, encontrarás consuelo en la promesa de que Dios está contigo y te sostendrá. Su amor incondicional y su compasión son fuentes inagotables de consuelo y fortaleza en medio de cualquier adversidad.

Propósito y satisfacción en la vida

Finalmente, poner a Dios en primer lugar te permitirá experimentar un propósito auténtico y una satisfacción profunda en la vida. Al reconocer que fuiste creado a imagen de Dios y que tienes un propósito divino, encontrarás significado y plenitud en tus acciones diarias. Tus talentos y dones serán utilizados para el bien común y para honrar a Dios en todo lo que hagas.


Obstáculos para poner a Dios en Primer lugar

En nuestra búsqueda por poner a Dios en primer lugar, es natural que nos encontremos con obstáculos en el camino. Reconocer y superar estos obstáculos es fundamental para mantener nuestra relación con Dios sólida y constante. A continuación, exploraremos algunos de los obstáculos más comunes y ofreceremos estrategias efectivas para superarlos:

  1. Distracción constante: En el mundo moderno, estamos constantemente bombardeados con distracciones y demandas de tiempo. El teléfono, las redes sociales y las responsabilidades diarias pueden desviar nuestra atención de Dios. Para superar esto, es importante establecer momentos regulares de silencio y desconexión, donde podamos estar en la presencia de Dios sin distracciones. También podemos establecer límites saludables en el uso de la tecnología y priorizar actividades que nos acerquen a Dios.
  2. Egoísmo y autosuficiencia: El egoísmo y la mentalidad de autosuficiencia son obstáculos comunes en nuestra vida espiritual. A menudo queremos tener el control y confiar en nuestras propias habilidades en lugar de depender completamente de Dios. Para superar esto, necesitamos reconocer humildemente nuestra necesidad de Dios y rendirnos a Su voluntad. La oración y la meditación en la Palabra de Dios nos ayudarán a cultivar una actitud de dependencia y sumisión.
  3. Prioridades desordenadas: En ocasiones, nuestras prioridades se desordenan y colocamos otras cosas antes que a Dios. El trabajo, los compromisos sociales o incluso nuestras propias metas y ambiciones pueden convertirse en ídolos que nos alejan de la presencia de Dios. Para superar esto, debemos evaluar constantemente nuestras prioridades y asegurarnos de que Dios ocupe el primer lugar en nuestras vidas. Esto significa tomar decisiones intencionales y sacrificar lo que sea necesario para mantener esa relación primordial con Él.

Al enfrentar estos obstáculos comunes, recordemos que poner a Dios en primer lugar no es un logro instantáneo, sino un proceso continuo. Requiere esfuerzo, disciplina y una actitud de rendición constante. Sin embargo, a medida que perseveramos y buscamos a Dios con todo nuestro corazón, experimentaremos Su gracia y bendición en abundancia.


Cómo poner a Dios en primer lugar en la vida cotidiana

Vivir una vida diaria que refleje la prioridad de Dios puede ser un desafío, pero es posible encontrar formas prácticas de hacerlo. Aquí hay algunas sugerencias que te ayudarán a poner a Dios en primer lugar en tu vida cotidiana:

  1. Cumplir sus mandamiento: Al tener a Dios en primer lugar es procurar cumplir cada uno de sus mandamientos, demostrando su amor como lo dice la palabra en el libro de Marcos.
  2. Tener a Dios antes de todo: Poner a Dios en primer lugar significa que le damos la máxima prioridad sobre todo lo demás.
  3. Amar a Dios: Amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente es el mayor mandamiento.
  4. Adoración genuina: La adoración genuina es una forma de poner a Dios en primer lugar.
  5. Escudriñar la Palabra de Dios: Escudriñar la Palabra de Dios es una forma de ponerlo en primer lugar.
  6. Tiempo de calidad con Dios: Dedica un tiempo diario para estar en la presencia de Dios. Esto puede ser a través de la oración, la meditación o la lectura de la Biblia. Busca un lugar tranquilo donde puedas concentrarte y conectarte con Él.
  7. Aplica la Palabra de Dios: La Biblia es una guía invaluable para poner a Dios en primer lugar. Estudia las enseñanzas de la Escritura y aplícalas en tu vida diaria. Permítele que dirija tus decisiones y acciones, buscando siempre hacer Su voluntad.
  8. Comunión con otros creyentes: La comunidad cristiana es un lugar donde puedes fortalecer tu relación con Dios. Participa en grupos de estudio bíblico, asiste a servicios de adoración y busca la compañía de otros creyentes comprometidos. Juntos, pueden alentarse y recordarse mutuamente la importancia de poner a Dios en primer lugar.
  9. La oración constante: Cultiva una actitud de oración constante a lo largo del día. Conversa con Dios en todo momento, compartiéndole tus alegrías, preocupaciones y necesidades. Reconoce Su presencia en cada aspecto de tu vida y pídele que te guíe en todo lo que hagas.
  10. Servicio a los demás: Poner a Dios en primer lugar implica amar y servir a los demás como Él lo hizo. Busca oportunidades para ayudar, mostrar compasión y compartir el amor de Dios con aquellos que te rodean. El servicio desinteresado es un reflejo tangible de poner a Dios en el centro de tu vida.

Recuerda que poner a Dios en primer lugar es un viaje continuo y personal. No siempre será fácil, pero con determinación y la gracia de Dios, puedes hacerlo una realidad en tu vida cotidiana.


Ejemplos bíblicos de poner a Dios en primer lugar

En la Biblia encontramos numerosos ejemplos de hombres y mujeres que pusieron a Dios en primer lugar en sus vidas. Sus historias nos inspiran y nos enseñan valiosas lecciones sobre cómo podemos hacer lo mismo en nuestra propia jornada de fe.

Un ejemplo destacado es el de Abraham, quien confió plenamente en Dios y estuvo dispuesto a sacrificar incluso a su propio hijo, Isaac, por obediencia a la voluntad divina. Su fe inquebrantable y su disposición para seguir a Dios sin reservas son un poderoso testimonio de cómo poner a Dios en primer lugar implica un total sometimiento a Su plan.

Otro ejemplo es el de Daniel, quien en medio de un reino pagano y hostil, mantuvo su compromiso con Dios como su máxima prioridad. A pesar de las presiones y las amenazas, Daniel se negó a comprometer sus creencias y continuó adorando solo a Dios. Su valentía y fidelidad son un recordatorio de que poner a Dios en primer lugar requiere perseverancia y lealtad incluso en circunstancias adversas.

Además, la vida de Jesús es el ejemplo supremo de poner a Dios en primer lugar. A través de su obediencia perfecta, Jesús demostró un amor inquebrantable por su Padre celestial y una entrega total a Su voluntad. Desde su humilde nacimiento hasta su sacrificio en la cruz, Jesús nos enseñó que poner a Dios en primer lugar implica negarnos a nosotros mismos y buscar su gloria por encima de todo.


Conclusión

Dios hoy nos invita a reflexionar sobre el valor de poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas. Al hacerlo, descubrimos un camino de plenitud y propósito, en el cual encontramos consuelo en los momentos difíciles, dirección en las encrucijadas y paz en medio del caos.

Es esencial recordar que poner a Dios en primer lugar no implica dejar de lado nuestras responsabilidades y compromisos en el mundo. Al contrario, al tener una relación profunda con Dios, nuestras acciones y decisiones se guiarán por principios sólidos y valores éticos.

Te animo a que hoy mismo decidas poner a Dios en primer lugar en tu vida. Abre tu corazón y busca Su voluntad en todo momento. Dedica tiempo para la oración y la lectura de la Biblia, y busca la comunión con otros creyentes que comparten tu fe.

Recuerda que poner a Dios en primer lugar no es una tarea fácil, pero con Su gracia y nuestra disposición, podemos experimentar una transformación profunda y duradera. Que cada día sea una oportunidad para fortalecer nuestra relación con Él y vivir una vida plena y significativa.

Que Dios te bendiga abundantemente en este viaje de ponerlo a Él en primer lugar. ¡Adelante, confía en Su guía y experimenta el gozo de una vida centrada en Él!


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