Cómo Saber Si Dios Me Escucha Según La Biblia

Te has hecho alguna vez la pregunta, ¿cómo saber si Dios me escucha? Creo que todos nos hemos preguntado lo mismo, especialmente cuando atravesamos momentos difíciles y parece que Dios no nos responde de la manera que esperamos. Quisiera compartir contigo mi experiencia personal y lo que la Biblia enseña al respecto.

Hace poco me sentía desanimada en mi vida espiritual, como si estuviera leyendo la Biblia pero sin comprender, orando sin sentir que mis palabras llegaban a algún lugar. Fue entonces cuando me encontré con algunos versículos que hoy quiero compartir contigo. Aunque son conocidos, a veces necesitamos recordarlos y aplicarlos en nuestra vida diaria. Quizás incluso memorizarlos.

En este artículo, exploraremos juntos la pregunta de si Dios nos escucha cuando oramos desde una perspectiva bíblica. Descubriremos las promesas y condiciones que encontramos en la Palabra de Dios, las cuales nos brindan seguridad y nos animan a acercarnos a nuestro amoroso Padre con confianza. A través de estas enseñanzas, espero poder ayudarte a comprender cómo saber si Dios te escucha y a inspirarte a orar y acercarte aún más a nuestro maravilloso Dios.


I. La promesa bíblica de que Dios escucha nuestras oraciones

La Biblia nos ofrece una maravillosa promesa: Dios escucha nuestras oraciones. Esta promesa está arraigada en la naturaleza misma de nuestro Padre celestial, quien nos ama incondicionalmente. A través de las páginas sagradas, encontramos una abundancia de versículos que nos revelan el amor y la disposición de Dios para atender nuestras súplicas.

Cuando nos sumergimos en las Escrituras, descubrimos que somos amados por un Dios que se deleita en escucharnos. En el Salmo 34:17 leemos: «Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias». Este versículo nos asegura que el Señor presta atención a nuestras voces y nos libra de las aflicciones que nos rodean.

Además, en el libro de Jeremías 33:3, encontramos un hermoso llamado a orar: «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces». Estas palabras son un recordatorio de que nuestro Dios está deseoso de entablar una relación personal con nosotros a través de la oración. Él nos invita a buscarlo y promete revelarnos cosas maravillosas y ocultas que sobrepasan nuestro entendimiento humano.

No podemos olvidar el ejemplo de personajes bíblicos que experimentaron de primera mano el poder de las oraciones respondidas. Abraham, por ejemplo, intercedió fervientemente por la ciudad de Sodoma y Gomorra, y Dios escuchó su súplica. En el libro de Génesis 18:23-32, vemos cómo Abraham negoció con Dios, y el Señor accedió a perdonar a la ciudad si encontraba un número suficiente de justos. Aunque finalmente no se encontraron justos en Sodoma y Gomorra, esta historia nos muestra que Dios está dispuesto a escuchar y responder a nuestras oraciones, incluso cuando se trata de situaciones difíciles.

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Dios prometió escucharnos y respondernos

En nuestro sufrimiento, cuando queremos saber si Dios nos escucha, debemos comprender que son nuestras emociones las que nos hacen dudar.

Dios no cambia con independencia de lo que sintamos.

Imaginémonos al profeta Jeremías estando preso en el patio de la cárcel, después de un largo ministerio y arduo trabajo, cansado, con malas noticias para el rey y su pueblo.

En medio de un sitio, y tratado como enemigo de la nación por haber dado el mensaje de Dios, en medio de aquellas terribles circunstancias.

En ese momento nadie podría dudar de que Dios había entregado a los israelitas en mano de los Babilonios, pero ahí viene palabra de Jehová a Jeremías, quien luego de identificarse le dice:

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

Jeremías 33:3

Porque, aunque Israel sería vencido, Dios lo restauraría, lo perdonaría y se regocijarían en Él.

Su Dios y Señor estaba dispuesto a mostrar maravillas a su pueblo.

Les daría otra oportunidad, enviaría al ungido, al hijo de Dios y ciertamente cumpliría sus palabras.

Me gusta esta promesa porque nos invita a clamar y muestra la disposición de Dios por responder y mostrarnos su majestad.

Dios te escucha porque Él mismo te ha pedido que clames a Él.

Dios siempre responde, aunque no siempre del modo que quieres, porque Él lo ha prometido.

El mundo hoy se encuentra como Jerusalén cada uno encerrado en su hogar, con el enemigo a las puertas, con dificultades económicas y sin saber que traerá el futuro.

Sin embargo, Dios nos está invitando a clamar y promete que nuestro clamor no quedará en el vacío.

Aquel que estuvo con su pueblo a través del desierto, de la prosperidad, el destierro y la restauración, no cambia, su amor es el mismo hoy y siempre.

Dios quiere que le pidamos y quiere darnos lo mejor

Aunque las circunstancias difíciles nos hagan dudar y pensar que Dios no nos escucha, esto no es cierto.

Él si lo hace.

Esta verdad Jesús nos la recuerda en el sermón del monte, allí después de hablar del reino de Dios, de las bienaventuranzas, de la oración, de la ansiedad, nos dice:

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Mateo 7:7-8

El padre está dispuesto a dar buenas dádivas, y nos invita a pedir, a llamar y buscar.

Si meditamos en lo profundo de esta promesa, podremos orar con más fervor, con confianza, de que el dador de todo lo bueno, está escuchándonos y ciertamente nos dará lo que necesitamos.

Aunque, no debemos dejar que nuestro corazón se llene de prepotencia o de duda, como toda promesa existe condiciones para que se cumplan.


Condiciones para que nuestras oraciones sean escuchadas

La Biblia nos enseña que hay ciertas condiciones que debemos tener en cuenta para que nuestras oraciones sean escuchadas por Dios. Estas condiciones no son impuestas por un Dios distante y caprichoso, sino que reflejan su amor y sabiduría para con nosotros. Permíteme compartir contigo estas condiciones que nos revela la Palabra de Dios.

En primer lugar, la fe y la confianza en Dios son fundamentales para una oración efectiva. La fe nos permite acercarnos a Dios con la seguridad de que Él es capaz de responder a nuestras peticiones. Jesús mismo enseñó a sus discípulos que, si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, podrían mover montañas. La confianza en Dios nos ayuda a creer que Él escucha nuestras oraciones y que tiene el poder y la voluntad de responder.

Además, vivir en obediencia a los mandamientos de Dios es otro factor importante. La obediencia muestra nuestra devoción y respeto hacia Dios. Cuando buscamos vivir una vida en conformidad con Su voluntad, estamos alineando nuestros corazones con los suyos. La obediencia nos permite acercarnos a Dios con pureza y reverencia, abriendo así las puertas para que nuestras oraciones sean escuchadas.

No obstante, es importante recordar que nuestras oraciones deben estar alineadas con la voluntad de Dios. A veces, podemos tener deseos o peticiones que no están en línea con Sus propósitos y planes. En esos casos, Dios, en Su infinita sabiduría, puede elegir no responder de la manera que esperamos. Esto no significa que no escucha nuestras oraciones, sino que Él tiene una perspectiva más amplia y sabe qué es lo mejor para nosotros en última instancia. Por lo tanto, es crucial que, al orar, busquemos la voluntad de Dios y estemos dispuestos a aceptar Su respuesta, incluso si difiere de nuestros deseos.

Estas condiciones no son una fórmula mágica para obtener lo que queremos, sino una invitación a desarrollar una relación genuina y profunda con Dios. Cuando oramos con fe, obediencia y en sintonía con la voluntad de Dios, estamos abriendo las puertas para experimentar respuestas asombrosas a nuestras oraciones. La clave radica en confiar en el carácter amoroso de Dios y en Su perfecto plan para nuestras vidas.

Ora con fe de que Dios te escucha

Aunque es difícil, sobre todo si no sentimos que Dios nos escucha, Dios quiere que no perdamos la fe.

Cuando vamos a Marcos capítulo once, leemos que Jesús maldice una higuera estéril, y al siguiente día este árbol está muerto desde su raíz.

Los discípulos se sorprenden.

Recordemos que a estas alturas, ellos han visto a Jesús calmar la tempestad, alimentar a miles, sanar todo tipo de enfermedades, etc.

Y a pesar de esto, siguen asombrándose.

No sé si admirar su capacidad de sorprenderse o su incredulidad de no entender el poder de la palabra de Dios.

No somos nadie para juzgarlos, de igual forma actuamos nosotros.

Jesús les responde:

….Tened fe en Dios.

Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudaré en su corazón, si no creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá

Marcos 11: 22- 24

En estos últimos versículos se nos vuelve a instar a pedir, pero también a tener Fe, esa pequeña palabra de dos letras que nos resulta difícil de aplicar. 

Un sinónimo de Fe es confianza y como sabemos, entre más compartimos con alguien, más confianza vas teniendo.

Esa es la misma relación que se debe buscar en Dios, conocerle, amarle, perdonar como él nos perdona, pasando tiempo a sus pies y así nuestra fe, crecerá.

Siempre habrá nuevas montañas que alcanzar, tentaciones e incertidumbre, pero no debemos olvidar que nuestro amante Padre está dispuesto a darnos buenas dádivas.

Y ¿qué mayor dádiva que su hijo amado?


II. ¿Qué hacer cuando sentimos que Dios no nos escucha?

En nuestra vida de fe, hay momentos en los que podemos experimentar dudas y preguntarnos si nuestras oraciones están llegando a Dios. Es importante recordar que somos seres humanos y es natural tener esos sentimientos. Afortunadamente, la Biblia nos ofrece orientación y consuelo en esos momentos. Aquí hay algunas sugerencias basadas en la perspectiva bíblica cristiana de lo que podemos hacer cuando sentimos que Dios no nos escucha:

#1. Perseverar en la oración y confiar en el tiempo de Dios

Aunque parezca que nuestras oraciones no son respondidas de inmediato, debemos recordar que Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros. Su tiempo es diferente al nuestro, y su sabiduría es infinita. A veces, lo que pedimos puede no ser lo mejor para nosotros en ese momento, o puede haber circunstancias que debemos atravesar antes de recibir una respuesta. Mantenernos perseverantes en la oración y confiar en el tiempo de Dios es un acto de fe y humildad.

#2. Reflexionar sobre nuestra relación con Dios y el pecado oculto

Es importante examinar nuestra relación con Dios y nuestra propia vida espiritual. A veces, la razón por la cual sentimos que Dios no nos escucha puede estar relacionada con un pecado oculto en nuestra vida o una desconexión con Dios. En esos momentos, es fundamental buscar el arrepentimiento, confesar nuestros pecados y volvernos hacia Dios en humildad y obediencia. Él es misericordioso y está dispuesto a perdonarnos cuando nos volvemos sinceramente a Él.

#3. Buscar sabiduría y guía en la Palabra de Dios y en la comunidad de fe

La Palabra de Dios, la Biblia, es una fuente inagotable de sabiduría y consuelo. Al sumergirnos en las Escrituras, podemos encontrar promesas, principios y ejemplos de cómo Dios ha respondido a las oraciones de su pueblo en el pasado. Además, buscar el consejo de líderes espirituales y personas maduras en la fe puede brindarnos una perspectiva y orientación adicional. La comunidad de creyentes está ahí para apoyarnos y animarnos en momentos de duda y desánimo.


III. La certeza de que Dios nos escucha y nos responde

En los momentos de incertidumbre y cuando dudamos si Dios escucha nuestras oraciones, es importante recordar que su fidelidad es inquebrantable. A lo largo de la historia, tanto en la Biblia como en las experiencias de creyentes, encontramos un testimonio sólido de que Dios no solo nos escucha, sino que también nos responde.

Las páginas sagradas de la Biblia están repletas de promesas y declaraciones que confirman la disposición de Dios para escuchar a sus hijos. En el Salmo 34:17, leemos: «Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias». Estas palabras nos aseguran que Dios está atento a nuestras oraciones y que nos libera de las dificultades que enfrentamos.

Además de las promesas bíblicas, encontramos innumerables testimonios personales de creyentes a lo largo de la historia que han experimentado la respuesta de Dios a sus oraciones. Estas historias nos inspiran y nos recuerdan que Dios no ha cambiado y sigue obrando en la vida de aquellos que confían en Él.

Jesús mismo nos dejó una promesa reconfortante en Mateo 7:7, donde nos dice: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». Estas palabras nos aseguran que si buscamos a Dios con sinceridad y persistencia, Él responderá nuestras peticiones de acuerdo con su voluntad perfecta.

No podemos olvidar que Jesús mismo fue un modelo de oración. En los Evangelios, vemos cómo se retiraba a lugares solitarios para orar y cómo enseñó a sus discípulos el modelo del Padre Nuestro. Si Dios escuchó y respondió las oraciones de su Hijo amado, ¿no hará lo mismo por nosotros, que somos sus hijos?

Dios te ama y escucha, pide en el nombre de Jesús

Entonces vemos como Juan, el discípulo amado, el que estuvo siempre en el círculo íntimo y vio a Jesús transfigurado, registra esas hermosas palabras de Jesús en el aposento alto.

Pues fue en aquel lugar, donde Jesús les habló de la importancia de permanecer en él.

Les dio la promesa del Espíritu Santo, de su paz, de que solo a través de Él podríamos llegar al padre y de cómo el dolor que los discípulos pronto experimentarían se convertiría en gozo y nadie les quitaría ese gozo, entonces les dice:

En aquel día no me preguntaréis nada.

De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.

Juan 16:23

Finalmente llegamos a una mayor promesa, la de pedir en el nombre de Jesús, y la seguridad de que el padre nos lo dará, porque nos ama.

Ya el padre nos dio a Jesús quién nos redimió, vivió y sufrió, conoce nuestras necesidades, pensamientos, desalientos, tristezas, pero vuelve y nos invita a pedir, clamar, buscar y hallar.

Espero que cada día nuestras oraciones sean elevadas con la bendita seguridad de que serán respondidas, porque él lo ha prometido y nos ama.


Conclusión

La Palabra de Dios nos revela su amor incondicional y su disposición constante de escuchar a sus hijos. A través de la fe, la obediencia y la confianza en su voluntad, podemos acercarnos a Dios en oración y confiar en que él nos escucha atentamente.

Es natural que en ocasiones nos sintamos impacientes o dudemos de la respuesta divina. Sin embargo, en esos momentos, es vital perseverar en la oración y recordar que Dios tiene un plan perfecto y su tiempo es diferente al nuestro. A veces, las respuestas pueden llegar en formas inesperadas o en momentos que no esperamos, pero podemos confiar en que Dios está obrando a nuestro favor.

Además, cuando enfrentamos la sensación de que nuestras oraciones parecen no ser escuchadas, es importante reflexionar sobre nuestra relación con Dios y examinar nuestros corazones en busca de cualquier pecado oculto. El arrepentimiento sincero y la búsqueda de una vida en obediencia pueden abrir el camino para que Dios nos escuche y responda.

La certeza de que Dios nos escucha y responde también se fundamenta en el testimonio bíblico y en las experiencias personales de creyentes a lo largo de la historia. Las Escrituras nos aseguran que Dios está cerca de los que le buscan y que nos invita a presentar nuestras peticiones delante de él. Además, Jesús mismo nos prometió que todo lo que pidamos en su nombre, de acuerdo con la voluntad del Padre, será concedido.


¿Te sigues preguntando si Dios te escucha? ¿Cuál es tu circunstancia? Comparte con todos nosotros para crecer juntos.


¿Estás batallando con algún problema o circunstancia difícil en tu vida, y sientes que necesitas ayuda?

Estamos aquí para ti. Te ofrecemos la posibilidad de hablar con alguien que te ayude a atravesar todas esas cosas difíciles, siempre de la mano de Dios.

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Bendiciones y un abrazo.

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