¿El fin justifica los medios según la biblia?

Hoy me gustaría compartir una perspectiva bíblica al respecto de la famosa frase: “el fin justifica los medios”.

Esta expresión se le atribuye generalmente al filósofo italiano del siglo XVI, Nicolás Maquiavelo.

Aunque al parecer, fue realmente concebida por Napoleón Bonaparte, quien la escribió a mano en la última página de su ejemplar del libro “El príncipe” escrito por Maquiavelo.

Como sea que se haya originado, esta expresión bien puede ser una observación acertada de lo que ha sido el comportamiento humano históricamente y no una invención más moderna.

Sin embargo, ¿qué dice la biblia acerca de que el fin justifica los medios? ¿Es esto cierto? ¿Es esto válido?.

Para abordar el tema, quisiera hacerlo a partir de una historia bíblica.

Se trata de la historia del Rey Saúl y David.

Pensando en no perder su reino, el rey Saúl buscaba matar a David porque Dios lo había escogido para ser el nuevo rey de Israel.

Después de muchos intentos fallidos para asesinarlo, David había perdonado la vida del rey Saúl cuando este entró a hacer sus necesidades en una cueva en la que David y sus hombres se escondían.

En esa ocasión, Saúl había prometido no hacerle daño a David porque era claro que David no lo había traicionado ni buscaba arrebatarle el reino.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que Saúl, cegado por los celos, volvió a querer matarlo.

En esta nueva ocasión, al enterarse de que David se escondía en el desierto de Zif, el rey Saúl toma consigo tres mil hombres y se dirige a emboscarlo.

Al llegar a la región, siendo de noche, se disponen a acampar para dormir.

Sin embargo, David se entera de esto y  se escabulle en el campamento durante la noche.

Allí, junto a algunos de sus hombres, llega hasta el mismísimo lugar exacto donde Saúl se encuentra durmiendo.

Veamos lo que la biblia narra al respecto de lo que ocurrió después:

David y Abisay llegaron esa noche y vieron a Saúl dormido en medio del campamento, con su lanza hincada en tierra a su cabecera.

 

Abner y el ejército estaban acostados a su alrededor.

 

—Hoy ha puesto Dios en tus manos a tu enemigo —le dijo Abisay a David—. Déjame matarlo. De un solo golpe de lanza lo dejaré clavado en el suelo. ¡Y no tendré que rematarlo!

 

—¡No lo mates! —exclamó David—. ¿Quién puede impunemente alzar la mano contra el ungido del Señor?

 

Y añadió:

 

—Tan cierto como que el Señor vive, que él mismo lo herirá. O le llegará la hora de morir, o caerá en batalla.

 

En cuanto a mí, ¡que el Señor me libre de alzar la mano contra su ungido! Solo toma la lanza y el jarro de agua que están a su cabecera, y vámonos de aquí.

 

1 Samuel 26: 7 – 11

En esta historia bíblica, vemos a dos personas obrando de maneras opuestas.

Vemos por un lado al rey Saúl, obrando bajo la filosofía de que el fin justifica los medios; y vemos a David obrando bajo la filosofía de vivir en rectitud e integridad delante de Dios.

Por su parte, Saúl estaba dispuesto a exterminar la vida de un hombre inocente, dispuesto a traicionar su palabra, dispuesto a irse en contra de la voluntad de Dios. Todo con tal de mantener el dominio del reino.

Del lado opuesto, David, quien está esperando el momento en que Dios lo pondrá por rey de Israel, no está dispuesto a traicionar al rey Saúl para lograrlo, no está dispuesto a matarlo aunque tiene por segunda vez la oportunidad y aunque el rey se ha constituido a sí mismo su enemigo mortal.

Vemos a un David que no piensa que el fin justifica los medios, sino que decide obrar en integridad y pureza, dejando el asunto en las manos de Dios.

Querido lector, al considerar esta historia, no puedo evitar pensar en las veces en que yo he estado presto a contrariar mis principios y a fallar en integridad con tal de evadir un problema u obtener un resultado deseado.

Mentiras, trampas, falsificaciones, engaños, con frecuencia son usados para obtener lo que se quiere o evitar lo que no se desea.

¿Cuántas veces te has valido de ellos para tu beneficio?

Sin embargo, esta historia nos recuerda que el fin no justifica los medios.

Que es mejor pacientemente vivir en integridad, en sujeción a la voluntad de Dios y a los mejores principios morales; en lugar de sacrificarlos, aún a lo mínimo, con tal de obtener algo que se desea.

El fin no justifica los medios, David llegó a ser rey de Israel sin irse en contra de su integridad de carácter.

Los propósitos de Dios son mejores y eternos.

Si somos fieles a Él aún en lo más pequeño, Él los llevará a cabo a su tiempo.

Espero que estas palabras hayan sido de bendición para tu vida.


¿Y tú qué piensas? ¿Crees que el fin justifica los medios? ¿Cuál es tu opinión o experiencia? Compártelo en los comentarios.


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Bendiciones y un abrazo.

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