Qué hacer si pierdo la esperanza según la Biblia

Esta mañana, mientras meditaba acerca del tema de qué hacer si pierdo la esperanza, leí un fragmento de la historia que te quiero compartir hoy y fui profundamente conmovido.

Pensaba en cuantas personas hoy enfrentan situaciones donde no parece haber esperanza.

Donde el dolor y la desesperación es lo único que pareciera quedar para aferrarse.

Sentir por una milésima de segundo esa tristeza, desesperanza y dolor.

Y al mismo tiempo pensar en el profundo amor, simpatía y cuidado de Dios para con nosotros.

Cualquiera que sea tu circunstancia al leer estas líneas, le pido a Dios que después de leerlas halla paz en tu corazón y puedas ver tu situación desde una perspectiva diferente.

Permíteme empezar a hablar acerca de qué hacer si pierdo la esperanza mediante una lectura bíblica.


Perspectiva bíblica sobre perder la esperanza

En los evangelios hay una historia particularmente conmovedora, que nos recuerda que aun cuando perdamos la esperanza, Dios puede obrar por nosotros.

La historia es un poco larga para lo que hemos acostumbrado en el blog, pero vale la pena pues es profundamente hermosa.

Te invito a leerla:

“Había un hombre enfermo, que se llamaba Lázaro y era de Betania, la aldea de María y de Marta, sus hermanas. (…)

 

Las hermanas mandaron a decir a Jesús: «Señor, el que amas está enfermo.»

 

Cuando Jesús lo oyó, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, sino que es para la gloria de Dios y para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

 

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

 

Y cuando Jesús se enteró de que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.

 

Luego les dijo a los discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»

 

Dicho esto, agregó: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo.»

 

(…) Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto; y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Vayamos a verlo.»

 

Cuando Jesús llegó, se encontró con que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.

 

Cuando Marta oyó que Jesús venía, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa.

 

Y Marta le dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

 

Pero también sé ahora que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

 

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»

 

Marta le dijo: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.»

 

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

 

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?»

 

Le dijo: «Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.»

 

Dicho esto, Marta fue y llamó a María, su hermana, y en secreto le dijo: «El Maestro está aquí, y te llama.»

 

Al oír esto, ella se levantó de prisa y fue a su encuentro.

 

(…) cuando María llegó a donde estaba Jesús, y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»

 

Entonces Jesús, al ver llorar a María (…), se conmovió profundamente y, con su espíritu turbado, dijo: «¿Dónde lo pusieron?»

 

Le dijeron: «Señor, ven a verlo.»

 

Y Jesús lloró.

 

Una vez más profundamente conmovido, Jesús fue al sepulcro, que era una cueva y tenía una piedra puesta encima.

 

Jesús dijo: «Quiten la piedra.»

 

Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal, pues ha estado allí cuatro días.»

 

Jesús le dijo: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»

 

Entonces quitaron la piedra.

 

Y Jesús, (…) clamó a gran voz: «¡Lázaro, ven fuera!»

 

Y el que había muerto salió, con las manos y los pies envueltos en vendas, y el rostro envuelto en un sudario.

‭‭

San Juan‬ ‭11:1-44‬

Voy a procurar exponer algunos puntos que considero clave de este relato que nos ayudan a entender qué debemos hacer cuando perdemos la esperanza.


Recuerda que Dios puede usar todo para su gloria

De este texto aprendemos que todas las circunstancias difíciles que atravesamos en nuestra vida son oportunidades para que Dios sea glorificado a través de ellas.

Cuando ya no hay esperanza humanamente, es cuando Dios obra milagros.

Esto es exactamente lo que Jesús manifiesta cuando le dan la noticia de que Lázaro está enfermo.

«Esta enfermedad no es de muerte, sino que es para la gloria de Dios y para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

Allí, en este momento donde todos perderían la esperanza, Jesús comprendió que este evento, más que un motivo de desconsuelo, era una oportunidad para que su Padre fuera glorificado.


Comprende el por qué de tu circunstancia

Aunque los momentos de desesperanza pueden ser usados por Dios para glorificarse, esto no quiere decir que estas dificultades sean enviadas por Dios.

Por su naturaleza, es evidente que Dios no está interesado en lastimarnos, sino todo lo opuesto.

Dios quiere que estemos bien y que seamos felices.

Por el contrario, muchos de estos eventos dolorosos ocurren como consecuencia de decisiones equivocadas que hemos tomado en el pasado.

También por decisiones equivocadas de otras personas en ejercicio de su libre albedrío.

Algunos otros por circunstancias fuera de nuestro control que resultan de ataques propios de la guerra espiritual en la que estamos envueltos.

Comprender que la razón de tu situación, no culpar a Dios, asumir la responsabilidad, o comprender que no eres culpable, es un gran paso para manejar las cosas.


Quita la mirada de ti y ponla en Dios

Cuando estamos atravesando situaciones duras siempre hacemos algo, poner la mirada en nosotros mismos.

Eso no tiene nada de raro, ya que estas circunstancias nos afectan directamente y nos lastiman.

Pero, ¿Sabes algo?

Sin importar la naturaleza y el origen de la circunstancia que atraviesas, si me lo permites, quisiera recomendarte que hagas lo que hizo Jesús.

La escritura dice que Jesús amaba a Lázaro y, cómo lo pudiste leer por ti mismo, claro que le entristecía que estuviera enfermo.

Sin embargo, no permitió que su dolor le hiciera poner su mirada en sí mismo, sino que puso sus ojos en Dios padre.

En este momento donde has perdido la esperanza, quita la mirada de ti mismo y tu dolor, alza la vista al cielo y mira la mano de Dios extendida para sostenerte.


Recuerda que Dios siempre está actuando

Otra cosa que aprender de esta historia es que, aunque no conocemos lo que está ocurriendo y hemos perdido la esperanza, el Señor siempre está actuando.

Él actúa aun cuando no lo entendamos y a veces lo hace de una forma inesperada.

Y cuando Jesús se enteró de que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.

¿No te pasa que cuando lees este relato y dice:

«Y cuando Jesús se enteró de que estaba enfermo»…

Inmediatamente piensas que la idea que prosigue será:

«inmediatamente  partió con sus discípulos a Betania»?

O algo como lo que le dijo al Funcionario del Rey días antes:

«Vuelve a casa, que Lázaro vive».

Por alguna razón a mi sí me pasa.

La razón es que sería lo más obvio que podía ocurrir.

Cómo cuando vez una película y ya sabes lo que va a pasar.

Pero ya lo leíste.

No pasa.

Y francamente, con Jesús casi nunca pasa lo que todos esperarían.

El Señor decide quedarse dos días más en lugar donde estaba.

Él sabía lo que hacía.

En tu circunstancia de desesperanza, trata de pensar que Dios sabe lo que hace aunque no lo puedas entender.


Recuerda que para Dios no hay nada imposible

La razón por la que Jesús permitió que sus amigos estuvieran en una situación donde podrían perder la esperanza, fue que no quería que nadie cuestionara el milagro que estaba por hacer.

Jesús decide esperar a que Lázaro muera, y cuando ya ha muerto, decide emprender el viaje hacia su casa.

La escritura dice que cuando Jesús por fin llega, ya Lázaro tenía cuatro días de muerto y por ende hedía.

Nadie podía decir que había sido un ataque de epilepsia, o que Lázaro en realidad estaba aparentando estar enfermo.

Tenían que aceptar que Dios había obrado el milagro.

La razón por la que menciono esto es para recordarte que aunque pierdas la esperanza, para Dios no hay nada imposible.


Recuerda que todo obra para bien

Dios puede ver el panorama completo de lo que está pasando en nuestras vidas, entre tanto que nosotros solo podemos ver lo que está delante de nuestros ojos.

El señor va a usar la situación que estás atravesando para tu bien y para su gloria, cualquiera que sea el resultado de esta.

La usará para que confíes en Él, creas más en Él, lo ames más a Él, y para que otras personas vean su gloria a través de sus obras en tu vida.

La escritura dice que:

(…) Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman (…).

 

Romanos 8:28

¿Alguna vez has visto a un niño pequeño que se le cae su paleta al piso y queda completamente arruinada?

¿Has visto su rostro prorrumpir en llanto, desfigurado por la tristeza y el tamaño de sus lágrimas?

Tú sabes que todo estará bien, pero el niño no.

¿Dónde más has visto ese mismo rostro?

Dios que nos ama tanto, nos ve sufrir y se conduele con nosotros; pero Él sabe que todo estará bien, mientras que nosotros no.

Recuerda que con un poco más de paciencia al final si permaneces en Dios todo va a estar bien.


Confía en Dios aunque todo parezca perdido

Otro fragmento hermoso de la historia se relata cuando Marta sale al encuentro de Jesús, quien había preferido mantenerse distante de todos los demás.

Y Marta le dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

 

Pero también sé ahora que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

Lo impresionante de esto es que aunque Lázaro ya había muerto, Marta seguía esperando a Jesús.

Había algo de especial en su fe.

Aunque Jesús tardaba, aun así Marta confiaba tanto en Él, que sabía que Él podría solucionar la situación.

Ella sabía que ni siquiera la muerte era lo suficientemente poderosa para Jesús, y que aun si su hermano permanecía muerto todo estaría bien porque Jesús iba a estar ahí.

No sé tú, pero yo quiero para mí la fe de Marta.

¿Qué tal si le pedimos juntos a Dios todos los días que nos dé esa fe?

Poder confiar y esperar en él aun cuando mientras esperamos en Él, los resultados sean espantosos y dolorosos.

Cuando pierdas la esperanza, recuerda que puedes tener la certeza de que todo estará bien, pues Dios está contigo.


Recuerda que aún tras la muerte, hay esperanza

En un momento donde no hay esperanza, creer que con Dios ni siquiera la muerte es el final puede llenarte paz y tranquilidad.

Algo que también cautiva mi atención de este relato, es la respuesta de Jesús a Marta, cuando ella no comprende su declaración directa de que va a resucitar a Lázaro:

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

 

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.

Jesús allí estaba develando una preciosa y profunda verdad espiritual que necesitamos comprender hoy.

La muerte no es el final.

La muerte es un enemigo ya derrotado.

Por esto Jesús dice de Lázaro:

«Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo.»

Jesús ya venció la muerte en su vida, en su muerte en la cruz y destruyó su poder cuando el mismo resucitó.

(…) ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

Romanos 8:38

Si creemos en Él y nos mantenemos fieles, no tenemos por qué temer a la muerte.

Tampoco tenemos porque temer a la muerte de un ser amado, pues la muerte para quienes aman a Jesús no es más que un sueño del que Él nos despertará cuando regrese a buscarnos.

Y Jesús le pregunta a Marta:

(…) ¿Crees esto?»

 

Le dijo: «Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.»

Cuando nos enfrentamos a la muerte no nos enfrentamos a la derrota.

Nos enfrentamos a la más grande esperanza.

¡Una que me hace estremecer al escribir estas líneas!

A quienes le amamos y le somos fieles, Jesús nos levantará de entre los muertos y estaremos para siempre con Él.


Desahógate con Dios sin tapujos

La reacción de Marta fue muy diferente a la de María, su hermana.

(…) Marta fue y llamó a María, su hermana, y en secreto le dijo: «El Maestro está aquí, y te llama.»

 

Al oír esto, ella se levantó de prisa y fue a su encuentro.

 

(…) cuando María llegó a donde estaba Jesús, y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»

 

Entonces Jesús, al ver llorar a María (…), se conmovió profundamente (…)

Aún ahora, al igual que esta mañana, mientras leo estas líneas me conmueven estas palabras al punto de sentir ganas de llorar.

María sale corriendo a buscar a Jesús.

Cuanta belleza en ese solo momento sublime.

La reacción de Marta fue muy diferente a la de María, su hermana.

Marta estaba en paz y confiaba en el señor mientras María sufría y lloraba desconsoladamente.

Un alma desconsolada en el llanto y en el dolor, al enterarse de que el amado Jesús estaba allí para ella, abandona todo lo demás, a todos los demás, y sale corriendo a su encuentro.

Trata de imaginar el profundo momento en que ella se arroja corriendo a los pies de Jesús a llorar y a desahogarse diciéndole que si Él hubiera hecho algo su hermano no habría muerto.

Y es que, ¿qué más podemos hacer en un momento así, sino ir corriendo a Jesús y desahogarnos con él?

¿Renegar?

¿Lo has estado haciendo?

Si es así, no empeores las cosas enjuiciándote a ti mismo por tus reacciones ante las circunstancias que dolorosas que atraviesas.

Todas las personas somos diferentes y estamos en momentos de madurez espiritual diferentes.

Dios comprende eso también.

¿Has salido corriendo al encuentro de Jesús en ese momento en el que perdiste la esperanza?

¿Te has desahogado con Jesús?

Hazlo.

Nada será igual.


Comprende que a Dios le duele tu sufrimiento

No te equivoques al pensar que el Señor es indiferente a tu dolor por el hecho de que él ve más allá que tú y sabe que todo estará bien.

No es así.

Al señor le conmueve profundamente tu tristeza y sufrimiento.

Ya lo leíste, Jesús sabía que iba a resucitar a Lázaro y que todo estaría bien, pero al ver llorar a María se conmovió profundamente y dice que:

(…) con su espíritu turbado, dijo: «¿Dónde lo pusieron?»

 

Le dijeron: «Señor, ven a verlo.»

 

Y Jesús lloró.

 

Una vez más profundamente conmovido, Jesús fue al sepulcro (…)

¡Jesús lloró!

Amigo, amiga; Jesús lloró y se conmovió profundamente al ver el dolor de sus amigos.

Aun cuando Él sabía que iba a resucitar a Lázaro y en breve el llanto iba a desaparecer.

¡Jesús lloró!

No esperes menos simpatía para contigo en tu momento de desesperanza.

Él está allí a tu lado ahora.

Si tan solo le permites e invitas a estar cerca de ti.


Continúa obedeciendo a Dios

Cuando Jesús llega al lugar donde tenían a Lázaro sepultado, todos están mirándolo con curiosidad, nadie tenía esperanza de que hubiera algo que se pudiera hacer.

Francamente la situación era caótica y desastrosa.

Cuatro días muerto y Lázaro hedía.

Era el peor de los momentos y Jesús pedía la más atrevida de las cosas.

(…) Jesús fue al sepulcro, que era una cueva y tenía una piedra puesta encima.

 

Jesús dijo: «Quiten la piedra.»

Parecía no haber marcha atrás, no haber solución, la esperanza se había perdido.

Pero aún en tu peor momento, el Señor puede obrar un milagro.

No dejes de creer.

No dejes de esperar.

No dejes de confiar.

No dejes de obedecer.

Mucho menos dejes de aceptar su perfecta voluntad cualquiera que sea.

Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal, pues ha estado allí cuatro días.»

 

Jesús le dijo: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»

 

Entonces quitaron la piedra.‭‭

El principio aquí es simple, confiar implica obedecer al señor.

Sigue obedeciendo, sigue confiando en él.


Recuerda que Dios puede devolverte la esperanza

Querido lector, de un momento a otro, sea que mires el presente o mires al pasado; ¡Verás la gloria de Dios!

Su mano habrá dirigido el camino con independencia de lo que pase.

¿Sabes por qué lo digo?

Porque antes de que Jesús mandara mover la piedra el milagro ya había sido hecho.

(…) Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:

 

«Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

 

Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.»

 

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: «¡Lázaro, ven fuera!»

 

Y el que había muerto salió, con las manos y los pies envueltos en vendas, y el rostro envuelto en un sudario.

 

Entonces Jesús les dijo: «Quítenle las vendas, y déjenlo ir.»

¡Qué momento glorioso y sublime!

Quisiera haber estado allí.

De un momento a otro, en un instante, cuando todos estaban sumidos en la más profunda tristeza.

Cuando la esperanza había desaparecido completamente.

De repente las fuentes de las lágrimas se secaron.

Los rostros se iluminaron.

Las sonrisas se dibujaron.

Los pies saltaron y danzaron.

Los brazos cruzados se abrieron para abrazar.

Los labios secos se humedecieron para besar las mejillas y lavar las lágrimas.

El señor había sido glorificado.

Quiero decirte algo al respecto, cualquiera que sea tu circunstancia, cualquiera que sea el resultado de tu situación, te puedo asegurar algo:

¡El señor puede cambiar tu lamento en baile y en gozo!

Él va a transformar tu circunstancia en gloria para su grandioso nombre.

Sigue confiando en él, sigue esperando en él, sigue amándole, él tiene cuidado de ti y de los tuyos.

Aun si las cosas no salen como quieres o esperas.


Oración

Ora conmigo:

Señor confio en ti, confío en ti aunque no puedo ver y sé que me amas y obras todo para mi bien.

 

Glorifícate en mi circunstancia.

 

Te ruego obres un milagro.

 

Confío en que pase lo que pase estarás conmigo.

 

Que nada me separará de ti y que ahora estás a mi lado.

 

Entra en mi corazón te lo ruego.

 

Amén.


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Estamos aquí para ti. Te ofrecemos la posibilidad de hablar con alguien que te ayude a atravesar todas esas cosas difíciles, siempre de la mano de Dios.

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Bendiciones y un abrazo.

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